El
personaje más extraordinario del ajedrez de todos los tiempos es, sin duda,
Bobby Fischer. También puede haber sido el más grande ajedrecista que haya
existido, aunque es difícil establecer comparaciones entre personajes de distintas
épocas. Por otro lado, una de las historias más tristes del ajedrez moderno es
su negativa para defender su título mundial frente a Kárpov en 1975.
Centrándonos
en los meros datos diremos que Bobby Fischer (Chicago, Illinois; 9 de marzo de
1943 - Reikiavik, Islandia; 17 de enero de 2008), fue un gran maestro de
ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975. Obtuvo el título máximo del ajedrez
mundial al vencer al soviético Borís Spasski en el llamado «Encuentro del
Siglo».
En plena guerra fría,
que un norteamericano venciese a los rusos en ajedrez, donde eran
indudablemente los mejores, fue una auténtica sensación, por ello la figura de Fischer
traspasó los límites del ajedrez, siendo ampliamente conocido en todo el mundo.
No mentiríamos si decimos que en aquel «Encuentro del Siglo» estaba en juego el
orgullo soviético. Por primera vez en mucho tiempo, se presentaba un
norteamericano que podía romper ese predominio, pues Fischer llegaba en un
estado de forma sensacional, después de arrollar a sus rivales en las fases
clasificatorias.
El ambiente en el que
se disputó el match fue muy tenso. Fischer, siempre puntilloso en las condiciones
en las que debían disputarse las partidas, lo cuestionó prácticamente todo,
desde la intensidad de la luz sobre el tablero hasta la silla en la que tenía que
sentarse y, sobre todo, las cámaras que filmaban las partidas, así como los
premios en metálico que debía recibir. Llevó sus exigencias hasta tal extremo
que en muchos momentos el match estuvo a punto de ser cancelado.
El comienzo del match
demostró hasta dónde podía llegar la guerra psicológica que Fischer estaba dispuesto
a plantear. No apareció en la ceremonia de inauguración y obligó a que el comienzo
se retrasase; incluso se dice que el propio secretario de Estado
norteamericano, Henry Kissinger, tuvo que mediar para convencer a Bobby para
que acudiera a Reikiavik.
En la primera partida, en una posición de completa igualdad, Fischer capturó un peón de manera muy arriesgada, demostrando que estaba dispuesto a luchar a muerte. Pero Spassky estuvo a la altura y ganó la partida. Además, Fischer no se presentó a la segunda partida, alegando que las cámaras estaban filmando directamente el tablero, algo que no contemplaba su contrato. Recibió un nuevo cero en su marcador y el match estuvo muy cerca de ser suspendido.
El combate continuó con
gran intensidad. A pesar del mal comienzo, Fischer remontó, así en la partida número 21, obtuvo
el punto que necesitaba para convertirse en el undécimo Campeón del Mundo y
derrotar a su rival por 12,5 a 8,5 sin que fuera necesario disputar las 24
partidas previstas. La victoria de Robert James Fischer en el verano sin noche
de 1972 es, desde el punto de vista dramático, lo mejor que le ha pasado nunca
a este juego.
Tras derrotar a Spassky,
Fischer pareció haber realizado todos sus sueños. Sin embargo, a pesar de llegar
a su país como un héroe, rechazó muchos de los honores que se le ofrecieron,
así como numerosas ofertas de publicidad, que le hubieran supuesto una buena
fuente de ingresos.
Tampoco en el terreno
ajedrecístico estuvo más accesible. Ya no jugó ningún torneo más y cuando tres
años más tarde debía defender su título ante Kárpov, exigió tantas condiciones
que hizo imposible la celebración del match y fue desposeído de su corona.
Fischer desapareció de la vida pública y del ajedrez hasta que en 1992 anunció que
estaba dispuesto a darle la revancha a Spassky, jugando un nuevo match, que
tuvo lugar en Sveti Stefan (antigua Yugoslavia, hoy Montenegro).
El Gobierno de Estados
Unidos prohibió a Fischer ―como a todos sus conciudadanos― involucrarse en dicho
acontecimiento a causa de las restricciones en el comercio impuestas a la
República Federal de Yugoslavia por su intervención en la reciente guerra de
Bosnia. Ante las cámaras, Fischer (que jugaba con una bandera estadounidense en
la mesa) escupió sobre la carta del gobierno de su país que le conminaba a
desistir de jugar.
El encuentro se celebró
a pesar del aviso y acabó con la victoria del estadounidense, aunque la calidad
de las partidas y el desarrollo general del acontecimiento despertaron escaso
interés en el mundo del ajedrez. Las autoridades de Estados Unidos dictaron
orden de búsqueda y captura contra Fischer, lo cual podía llegar a costarle
hasta diez años de cárcel.
El nivel que ambos
mostraron en el nuevo encuentro ya estaba lejos del de la élite, pero a pesar
de sus años de retiro, Fischer volvió a ganar, esta vez por 10 a 5 con 15
tablas, que no contaban en el resultado. Esta fue la última actuación de
Fischer.
A lo largo de años, al mismo tiempo que su salud mental
comenzaba a deteriorarse, Bobby Fischer se caracterizó por lanzar furibundos
pronunciamientos antisemitas y antiestadounidenses. A pesar de ser él mismo de
ascendencia judía por el lado materno, admiraba a Adolf Hitler y era un
negacionista del Holocausto.
Una característica del
juego de Fischer era su capacidad para presionar psicológicamente al contrario
con su firme voluntad de victoria, lo que hacía que estos cometiesen errores
con mayor frecuencia. Eso podría explicar su larga serie de victorias en el
camino hacia el título mundial.
Llama la
atención la semejanza entre las dos mayores figuras que ha dado el ajedrez en Estados
Unidos, Morphy y Fischer. Ambos destacaron desde muy jóvenes, irrumpieron con
fuerza en el mundo del ajedrez con una corta carrera hacia la cima, vencieron a
todos sus rivales y luego se retiraron. El propio Fischer era un gran admirador
del malogrado Morphy.
Muchos jugadores
afirmaban que era difícil mantener amistad con él. Por otro lado, la amistad es
un concepto extraño en dichos ámbitos ajedrecísticos. Nunca se sabe lo que
puede tener una persona dentro de sus pensamientos competitivos. Todos eran rivales,
así resultaba difícil tener amigos, en cierto modo el ajedrez es una guerra,
afortunadamente incruenta. De todas formas, Fischer siempre fue un acérrimo
defensor de los derechos de los jugadores.
Han sido
muchas las críticas que se han vertido sobre el comportamiento de Fischer
durante los últimos años. Desde ser una persona difícil hasta tildarlo
directamente de psicópata. Quedan muchas preguntas sin respuesta sobre su
trayectoria vital y deportiva, pero siempre nos quedarán sus geniales partidas.
No
debemos olvidar que las aperturas que utilizaba Fischer sin entrenadores y sin ayuda
informática, allá por la década de los 70 han sido adaptadas más de 40 años después en
su repertorio por los mejores grandes maestros de la actualidad, esto deja bien
claro la visión profunda que tenía y explica por qué estaba tan por encima de los
rivales en su época.
PARTIDAS DE BOBBY FISCHER: