21 abr 2022

Leyendas del ajedrez: Bobby Fischer

 

 




El personaje más extraordinario del ajedrez de todos los tiempos es, sin duda, Bobby Fischer. También puede haber sido el más grande ajedrecista que haya existido, aunque es difícil establecer comparaciones entre personajes de distintas épocas. Por otro lado, una de las historias más tristes del ajedrez moderno es su negativa para defender su título mundial frente a Kárpov en 1975.

 

Centrándonos en los meros datos diremos que Bobby Fischer (Chicago, Illinois; 9 de marzo de 1943 - Reikiavik, Islandia; 17 de enero de 2008), fue un gran maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975. Obtuvo el título máximo del ajedrez mundial al vencer al soviético Borís Spasski en el llamado «Encuentro del Siglo».

 

En plena guerra fría, que un norteamericano venciese a los rusos en ajedrez, donde eran indudablemente los mejores, fue una auténtica sensación, por ello la figura de Fischer traspasó los límites del ajedrez, siendo ampliamente conocido en todo el mundo. No mentiríamos si decimos que en aquel «Encuentro del Siglo» estaba en juego el orgullo soviético. Por primera vez en mucho tiempo, se presentaba un norteamericano que podía romper ese predominio, pues Fischer llegaba en un estado de forma sensacional, después de arrollar a sus rivales en las fases clasificatorias.

 

El ambiente en el que se disputó el match fue muy tenso. Fischer, siempre puntilloso en las condiciones en las que debían disputarse las partidas, lo cuestionó prácticamente todo, desde la intensidad de la luz sobre el tablero hasta la silla en la que tenía que sentarse y, sobre todo, las cámaras que filmaban las partidas, así como los premios en metálico que debía recibir. Llevó sus exigencias hasta tal extremo que en muchos momentos el match estuvo a punto de ser cancelado.

 

El comienzo del match demostró hasta dónde podía llegar la guerra psicológica que Fischer estaba dispuesto a plantear. No apareció en la ceremonia de inauguración y obligó a que el comienzo se retrasase; incluso se dice que el propio secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, tuvo que mediar para convencer a Bobby para que acudiera a Reikiavik.

 

En la primera partida, en una posición de completa igualdad, Fischer capturó un peón de manera muy arriesgada, demostrando que estaba dispuesto a luchar a muerte. Pero Spassky estuvo a la altura y ganó la partida. Además, Fischer no se presentó a la segunda partida, alegando que las cámaras estaban filmando directamente el tablero, algo que no contemplaba su contrato. Recibió un nuevo cero en su marcador y el match estuvo muy cerca de ser suspendido.

 

El combate continuó con gran intensidad. A pesar del mal comienzo, Fischer remontó, así en la partida número 21, obtuvo el punto que necesitaba para convertirse en el undécimo Campeón del Mundo y derrotar a su rival por 12,5 a 8,5 sin que fuera necesario disputar las 24 partidas previstas. La victoria de Robert James Fischer en el verano sin noche de 1972 es, desde el punto de vista dramático, lo mejor que le ha pasado nunca a este juego.

 

Tras derrotar a Spassky, Fischer pareció haber realizado todos sus sueños. Sin embargo, a pesar de llegar a su país como un héroe, rechazó muchos de los honores que se le ofrecieron, así como numerosas ofertas de publicidad, que le hubieran supuesto una buena fuente de ingresos.

 

Tampoco en el terreno ajedrecístico estuvo más accesible. Ya no jugó ningún torneo más y cuando tres años más tarde debía defender su título ante Kárpov, exigió tantas condiciones que hizo imposible la celebración del match y fue desposeído de su corona. Fischer desapareció de la vida pública y del ajedrez hasta que en 1992 anunció que estaba dispuesto a darle la revancha a Spassky, jugando un nuevo match, que tuvo lugar en Sveti Stefan (antigua Yugoslavia, hoy Montenegro).

 

El Gobierno de Estados Unidos prohibió a Fischer ―como a todos sus conciudadanos― involucrarse en dicho acontecimiento a causa de las restricciones en el comercio impuestas a la República Federal de Yugoslavia por su intervención en la reciente guerra de Bosnia. Ante las cámaras, Fischer (que jugaba con una bandera estadounidense en la mesa) escupió sobre la carta del gobierno de su país que le conminaba a desistir de jugar.

 

El encuentro se celebró a pesar del aviso y acabó con la victoria del estadounidense, aunque la calidad de las partidas y el desarrollo general del acontecimiento despertaron escaso interés en el mundo del ajedrez. Las autoridades de Estados Unidos dictaron orden de búsqueda y captura contra Fischer, lo cual podía llegar a costarle hasta diez años de cárcel.

 

El nivel que ambos mostraron en el nuevo encuentro ya estaba lejos del de la élite, pero a pesar de sus años de retiro, Fischer volvió a ganar, esta vez por 10 a 5 con 15 tablas, que no contaban en el resultado. Esta fue la última actuación de Fischer.  

 

A lo largo de años, al mismo tiempo que su salud mental comenzaba a deteriorarse, Bobby Fischer se caracterizó por lanzar furibundos pronunciamientos antisemitas y antiestadounidenses. A pesar de ser él mismo de ascendencia judía por el lado materno, admiraba a Adolf Hitler y era un negacionista del Holocausto.

 

Una característica del juego de Fischer era su capacidad para presionar psicológicamente al contrario con su firme voluntad de victoria, lo que hacía que estos cometiesen errores con mayor frecuencia. Eso podría explicar su larga serie de victorias en el camino hacia el título mundial.

 

Llama la atención la semejanza entre las dos mayores figuras que ha dado el ajedrez en Estados Unidos, Morphy y Fischer. Ambos destacaron desde muy jóvenes, irrumpieron con fuerza en el mundo del ajedrez con una corta carrera hacia la cima, vencieron a todos sus rivales y luego se retiraron. El propio Fischer era un gran admirador del malogrado Morphy.

 

Muchos jugadores afirmaban que era difícil mantener amistad con él. Por otro lado, la amistad es un concepto extraño en dichos ámbitos ajedrecísticos. Nunca se sabe lo que puede tener una persona dentro de sus pensamientos competitivos. Todos eran rivales, así resultaba difícil tener amigos, en cierto modo el ajedrez es una guerra, afortunadamente incruenta. De todas formas, Fischer siempre fue un acérrimo defensor de los derechos de los jugadores.

 

Han sido muchas las críticas que se han vertido sobre el comportamiento de Fischer durante los últimos años. Desde ser una persona difícil hasta tildarlo directamente de psicópata. Quedan muchas preguntas sin respuesta sobre su trayectoria vital y deportiva, pero siempre nos quedarán sus geniales partidas.

 

No debemos olvidar que las aperturas que utilizaba Fischer sin entrenadores y sin ayuda informática, allá por la década de los 70 han sido adaptadas más de 40 años después en su repertorio por los mejores grandes maestros de la actualidad, esto deja bien claro la visión profunda que tenía y explica por qué estaba tan por encima de los rivales en su época.

 

PARTIDAS DE BOBBY FISCHER:

https://www.chessgames.com/player/robert_james_fischer.html